Corría mediados del siglo XIX cuando Andalucía se encontraba presa de un azote implacable: la epidemia de cólera. Una enfermedad que el agua contaminada propagaba con rapidez, sembrando muerte y desolación en pueblos y ciudades por igual. En Benahavís, un pequeño núcleo serrano entonces alejado de todo, eran tiempos de incertidumbre y miedo, y la Virgen del Rosario, venerada Patrona de la villa, era para ellos un símbolo de esperanza y protección. Por ello, cuando la enfermedad comenzó a extenderse, los vecinos, llenos de temor, tomaron la decisión de alejar la imagen sagrada del pueblo, con la esperanza de preservarla y que, desde la distancia, su amparo se mantuviera intacto.
Al amanecer, la Virgen fue colocada sobre un carro tirado por mulas, iniciando un traslado hacia tierras alejadas. Al cruzar el paraje conocido como el Charco de las Mozas, algo inesperado sucedió: el peso del carro aumentó hasta volverse insoportable. Las mulas, fatigadas y sin fuerzas, se detuvieron, incapaces de continuar. Era como si la propia imagen se resistiera a abandonar su hogar.
Frente a esta señal inexplicable, los benahavileños no tuvieron más remedio que regresar al pueblo. Y en ese regreso, el carro recuperó su ligereza, deslizándose sin dificultad por el camino que conducía de vuelta al municipio.
Para todos fue un signo inequívoco: la Virgen del Rosario había elegido quedarse, aferrándose a su tierra y, sobre todo, a su gente. Por ello, el cólera jamás penetró en el pueblo y la protección de la Virgen fue un escudo invisible que mantuvo a Benahavís a salvo de la devastación que padecieron tantas otras comunidades.
“No olvidemos que se trata de una leyenda”, aclara sonriente José Álvarez, Hermano Mayor de la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario en Benahavís y responsable, junto a la junta directiva, de la organización de la Romería del Rosario.
Una fiesta que cada 7 de octubre, desde 1986, hace que las calles de Benahavís se llenan de tradición con la celebración de la Romería del Rosario. La imagen de la Virgen, Patrona del municipio, es trasladada desde el corazón del pueblo hasta la Ermita de Capanes, en un recorrido que se ha convertido en símbolo de la identidad de Benahavís.
Vecinos y vecinas acompañan a la Virgen en una peregrinación al son de castañuelas, guitarras y tambores, en una comitiva que reúne a vecinos de todas las edades. Abuelas, padres, hijos y nietos comparten el camino con emoción y alegría. Las jóvenes, vestidas de flamenca, portan flores para su patrona, mientras las voces se entrelazan en cantos populares que han pasado de generación en generación, siendo un puente entre el pasado y el presente.
Al llegar a la ermita, enclavada entre eucaliptos, se celebra una misa solemne en honor a la Virgen del Rosario. A su término, los benahavileños se agrupan compartiendo un día de campo donde la fe, la comida tradicional, la música y la camaradería se entrelazan sin esfuerzo.
José conserva en la memoria la misma imagen de la Virgen desde sus años de escuela. “Por aquí han pasado muchas otras imágenes, más nuevas, más vistosas… pero se han quedado en la iglesia del pueblo”, comenta. “Esta no. Esta ya pertenece a la ermita, a la romería y, por supuesto, a la Hermandad”.
La ermita fue levantada gracias a la voluntad y al esfuerzo conjunto de un grupo de vecinos. Situada en la zona de Campanes, a las afueras del núcleo urbano, fue construida en el año 2001 “Éramos pocos”, recuerda José Álvarez. “Un grupo pequeño que, si no éramos vecinos, éramos familia”. Así era la vida en el Benahavís de antaño: íntima, sencilla, tejida con lazos de sangre y vecindad.
En el año 2008, la ermita amplió su significado con la incorporación de la imagen de San José, procedente de la finca de Al Cuz-Cuz, lo que dio lugar a una nueva celebración: la Romería de San José, que tiene lugar cada 19 de marzo.
“Como es lógico, el pueblo ha cambiado mucho y ha perdido parte de lo que fue en aquellos tiempos”, confiesa con cierta nostalgia. “Honestamente, me gustaba mucho más lo que era antes, porque todos nos conocíamos”.
Recuerda una época sin turismo, sin grandes comodidades, en la que el trabajo escaseaba y quienes vivían del campo apenas tenían lo justo para subsistir. “Aquí, cuando yo era joven, no había prácticamente nada. Hoy en día, el nivel de vida es altísimo”, señala, sin dejar de mirar con orgullo el camino recorrido.
Pese a los cambios, José sigue viendo en Benahavís un lugar único, lleno de rincones insólitos y belleza serena. Por eso anima a todos a conocerlo: “Quien venga, se va a encontrar un pueblo precioso, con detalles increíbles”, asegura.
Sea como fuere —leyenda o no—, lo cierto es que, generación tras generación, la romería no solo honra a la Virgen del Rosario, sino que también preserva una memoria compartida, íntimamente ligada a la identidad de Benahavís.
Una historia que se mantiene viva en cada paso, en cada canto y en cada mirada dirigida a la imagen sagrada. Porque más allá del rito, la devoción se convierte en testimonio: el de un pueblo que, en tiempos inciertos, encontró en su Virgen no solo consuelo, sino también la certeza de no caminar solo.
Romería 2025: programación oficial
Ya se conoce la programación de la Romería del rosario 2025, que tendrá lugar el lunes 7 de octubre de 2025. Una jornada festiva que refuerza el valor comunitario y espiritual de esta cita ya emblemática en el calendario local.
- 08:30h – 10:30h → Desayuno gratuito de churros con chocolate en la Avenida de Andalucía.
- 11:00h → Inicio del traslado de la Virgen hacia la Ermita de Capanes.
- 12:30h → Misa Rociera en honor a Nuestra Señora del Rosario.
- 13:00h – 19:00h → Atracciones hinchables gratuitas para los más pequeños.
- 14:00h → Concierto en directo en la carpa central a cargo del cuarteto Onda Sonora.
El recinto contará con 30 carpas de 3×3 metros destinadas a los vecinos y la jornada se dará por concluida a las 20:00h.
Feria en honor a la patrona
Pero Nuestra Señora del Rosario no solo es protagonista en octubre. Cada mes de agosto, en torno al día 15, Benahavís se viste de farolillos y flamenco para celebrar su Feria, también en honor a su patrona. Durante cinco días, el pueblo recupera su espíritu más festivo con pasacalles, música en directo, actividades para todas las edades y la esperada coronación de reinas, reyes y damas. El día grande, el 15 de agosto, está marcado por la solemne misa rociera y la emotiva procesión de la Virgen por las calles del municipio, arropada por todos.
La metamorfosis de Benahavís
El Benahavís al que se refiere José, aunque ya muy diferente al de hoy, pertenece todavía a tiempos recientes. La historia profunda del municipio, en cambio, se hunde siglos atrás, cuando surgió como asentamiento estratégico a los pies del castillo de Montemayor. Desde allí, se dominaba visualmente más de un centenar de kilómetros de costa mediterránea, y en los días despejados, incluso se alcanzaba a ver el perfil del norte de África. Su nombre resuena con ecos de Al-Ándalus —quizá “hijos de Havis”, o tal vez “descendientes del abisinio”—, y su pasado se entrelaza con las guerras de taifas, las incursiones benimerines y la larga campaña de la Reconquista.
Pero esa historia, tan densa como las murallas que la protegieron, quedó atrás. Y durante siglos, Benahavís fue poco más que un rincón silencioso en las montañas, conocido solo por algunos pastores, algún cazador, y vecinos fieles a una tierra en ocasiones fértil.
Fue hace apenas unas décadas cuando el pueblo comenzó a transformarse. El auge de la Costa del Sol arrastró el foco hacia el interior, y Benahavís, con su situación privilegiada entre Marbella y Estepona, empezó a reinventarse. Sin perder su alma morisca ni el trazado de sus callejuelas blancas, el municipio abrazó un nuevo destino: el del turismo tranquilo, refinado y gastronómico.
Hoy, Benahavís es sinónimo de excelencia culinaria. Sus restaurantes, algunos de ellos reconocidos en las mejores guías, atraen a comensales de todo el mundo. Es habitual ver pasear por sus calles a visitantes que llegan desde villas de lujo cercanas o desde campos de golf de primer nivel, buscando el sabor auténtico de Andalucía con un toque de sofisticación.
Aún conserva la atmósfera de pueblo: los niños juegan en la plaza, las campanas repican sin prisa y la sombra de las buganvillas cubre las fachadas encaladas. Pero ahora convive con un dinamismo discreto, impulsado por la inversión inmobiliaria, el turismo residencial de alta gama y una apuesta clara por la calidad de vida.
Benahavís ha sabido conservar lo esencial: su paisaje agreste, su río Guadalmina cruzando gargantas como Las Angosturas, sus torres defensivas en lo alto de los cerros. Pero ha cambiado su forma de mirar al futuro. Ya no se defiende con murallas, sino con valores: respeto por el entorno, arquitectura integrada, productos de proximidad y una manera de vivir que mezcla tradición y vanguardia.
El que fue bastión en tiempos convulsos es hoy refugio para quienes buscan algo más que sol y playa. Benahavís no es solo un lugar donde pasar unos días, es un sitio donde muchos desearían quedarse.