Un chico “normal y corriente”. Son las palabras con las que, bajo un tono humilde y cercano, se autodefine el propio Ayoub Ghadfa. Pero cualquiera no puede presumir del último logro de este joven marbellí: Convertirse en medallista olímpico de los Juegos de París 2024.
Fue en la modalidad superpesado +92kg en boxeo donde Ghadfa peleó en la gran final de los Juegos. Después de vencer con superioridad en octavos y cuartos, en la barrera de semifinales peleó con astucia para arrebatarle al boxeador anfitrión, Boudou, el sueño de pelear por el oro en su país. Finalmente, no pudo ser, se hizo con la plata. Pero su historia y éxito trasciende mucho más allá de un pódium. Un ejemplo de constancia, superación y esfuerzo.
Para hablar de ello, como toda historia, se debe comenzar por el inicio. Ayoub Ghadfa nació el 6 de diciembre de 1998 en Marbella. Desde pequeño aprendió la importancia del sacrificio. Sus padres tuvieron que emigrar desde Marruecos a la ciudad malagueña para buscar un futuro mejor.
El deporte llegó a la vida de Ayoub casi como una necesidad. En el colegio debía enfrentarse a los insultos y el acoso de algunos de sus compañeros. Por ello, a sus 10 años y como recomendación de su padre, comenzó a recibir clases de kickboxing. Era una vía de escape frente al bullying que recibía en clase.
Una época difícil de la que hoy el joven prefiere no hablar: “No me apetece hablar del bullying. No quiero darle tanta importancia, lo relevante es lo que he conseguido. Aquello fue una etapa más en la vida. Un aprendizaje más”, explica en una entrevista para ONCESOLES.
El boxeo llegaría a la vida del marbellí años después. A finales de 2016 y principios de 2017. Ayoub tenía 18 años y había terminado Bachillerato en Marbella. Fue entonces cuando se marchó a Madrid para estudiar Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la Universidad Politécnica de Madrid. Cuando llegó a la capital acudió al gimnasio José Valenciano para continuar practicando kickboxing.
Una vez allí, el veterano entrenador le incitó a hacer clases de boxeo. Nunca se lo había planteado, pero el trabajo con los puños se le daba bien y decidió probarlo: “Me dijeron que se me daría bien hacer boxeo y me animé a cambiar. Empecé a practicarlo y a disfrutarlo. Y, la verdad, todo ha salido muy bien”, asegura felizmente Ayoub.
Un consejo que cambió el rumbo del marbellí. Meses después Rafa Lozano le vio y le invitó a entrenar con el equipo nacional. Destino o casualidad, aquella decisión que tomó en aquel gimnasio le permitió acabar siendo miembro de la Selección.
25 años de récords
De aquella charla en 2017 con Rafa Lozano surgiría una carrera que culminaría por convertirse en medallista olímpico a sus 25 años. Su trayectoria comenzó como la mayoría, con poca experiencia. Para el seleccionador su escasa práctica en combates de boxeo no fue un obstáculo. Sabía que podía moldearlo para ser el referente en la categoría del peso superpesado (+92kg). En España había un hueco perfecto para él. Ayoub debía aprovecharlo.
Debido a la falta de rivales en España y la dificultad de encontrar sparrings de nivel, Ghadfa tuvo que aprender en combates internacionales. Fue a base de golpes y derrotas. No se planteó abandonar nunca y en noviembre de 2018 logró plaza como miembro de la Selección. Y ahí comenzó todo. En un Campeonato de la Unión Europea consiguió la medalla de bronce tras vencer, entre otros, al doble medallista olímpico (2008 y 2012) Clemente Russo.
Su trayectoria solo acababa de comenzar. El talento de Ayoub estaba empezando a conocerse en todo el mundo, unido a su esfuerzo, constancia y disciplina: “Cuando algo se me mete en la cabeza no paro hasta conseguirlo. Tengo las metas claras”, reconoce con decisión. Por ello, ningún obstáculo pudo con él. Pese a que no logró clasificarse para los Juegos de Tokyo, siguió luchando y en 2022 se hizo con la plata en el Campeonato de Europa.
Un año más tarde, en el Mundial, se hizo con el bronce y en abril de 2024 se hizo con el oro. Ganó el Europeo un mes antes de sellar su billete para París 2024 en el último preolímpico. Y, en ese mismo año, el joven cumple aquella promesa por la que llevaba años luchando: No solo se convirtió en olímpico, sino que consiguió la medalla de plata: “Esto ha sido inolvidable. Estoy muy feliz, tanto de haber participado como del resultado y rendimiento”, asegura Ayoub.
La vinculación de Ayoub con Marbella
“La buena vida”, es la frase con la que el joven resume su ciudad natal, Marbella. Centro de la Costa del Sol, Ayoub asegura que cada vez que sale de ella la añora: “Lo que más me gusta es el tiempo, la gente, la playa, disfruto muchísimo cada vez que vengo”, explica a ONCESOLES.
Aunque ya no es su lugar de residencia, si es el de su familia. Por ello, cada vez que tiene tiempo, Ayoub se escapa a su ciudad para disfrutar de todos ellos: “Me tuve que ir para estudiar en Madrid. Pero allí me he criado toda mi vida. Y, ahora, cada vez que puedo, me escapo al sur. Para vivir allí la buena vida”, comenta entre risas.
Sin olvidarse de la apuesta de la ciudad por el deporte. Aunque asegura que en la mayoría de las modalidades Marbella es todo un referente, reconoce que le gustaría que se apostase más en el boxeo o el kickboxing: “Los chavales ahora saben que tienen un medallista olímpico en la ciudad. Ojalá se impulsen en ello y les sirva como una motivación para que en un futuro existan más boxeadores con resultado de Marbella”, reconoce Ayoub.
Un futuro por descubrir
Aún con la resaca de emociones de la intensidad de estos meses, Ayoub agradece todo el cariño recibido en la ciudad y también al Ayuntamiento de Marbella: “Estas semanas han sido sin parar. Entrevistas, reencuentros con familiares y amigos y recibimiento del Ayuntamiento. Me siento muy querido y feliz”.
Eso sí, el futuro parece no tenerlo igual de claro. De momento, asegura necesitar tiempo para volver a la normalidad y procesar todo lo que ha vivido durante estos meses: “Necesito ver qué hacemos con el equipo, conocer cómo acaba la situación del boxeo en los Juegos y ver cómo vamos a hacer. Que vaya pasando el tiempo y todo se vaya calmando”, asegura.
Y es que ser medallista olímpico lleva consigo un merecido descanso. Más aún después de trabajar durante años en un mundo lleno de dificultades. La mayor de ellas, la esencia de este deporte: “La dificultad es subirse al ring. Nunca sabes cómo vas a bajar. Te pegas con una persona que quiere ganar y tú también quieres hacerlo. Es un deporte muy duro”.
Por ello, Ayoub necesita tiempo, descanso y volver a situar el foco. Y es que el joven, con tan solo 25 años, es más que una promesa del boxeo español. Es un ejemplo de superación. Logró transformar un problema en una forma de vida y su perseverancia le ha llevado a lo más alto. Una trayectoria marcada bajo un mismo guion de vida: “No olvidar sus raíces y no ponerse, en ningún caso, límites”.