Pocas cosas dan que hablar, en un periodo de tiempo tan corto, como un fenómeno que por cualquier motivo se convierte en “viral”, en centro de todas las conversaciones y por controvertido, trasgresor o irreverente, consigue plantarse en el escenario social, logrando generar enormes discrepancias y opiniones de trinchera.
Que un grupo de parroquianos pretenda, en el Convento de las Mercedarias de Málaga, hacer una misa de desagravio; que despierte comunicados y alegatos de plataformas en defensa de los derechos LGTBI o que se convierte en tema estrella en los repertorios de las agrupaciones del carnaval gaditano; es sinónimo, sin duda, que el Cartel de la Semana Santa de Sevilla 2024 se ha convertido, al menos en lo que marcha de 2024, en una de las polémicas con más ‘salseo’.
La obra encargada a Salustiano García, gran artista y toda una referencia en su disciplina, no deja indiferente a nadie. La representación de Cristo, en una transmisión de pureza y luz, con la inspiración de su propio hijo, deja a merced de entendidos y no tantos, la “idoneidad”, “pureza” o “blasfemia”, que despierta el resultado.
Para algunos, supone una interpretación “indigna”, “afeminada” e incluso “ególatra” de la figura de Jesucristo, ataviado como único referente de la simbología sevillana, con el paño de pureza que cubre al Cachorro trianero y en una estampa, algo. En la otra bancada, la “solemnidad y perfecta técnica” en la representación e ilustración de la “majestuosidad y dulzura” de la obra despierta una innovadora tendencia de gran calidad. En ella se dibuja a un “Dios al cien por cien despojado de su carácter humano tras la resucitar”, defiende el autor. “Cada artista refleja en su mente la imagen de Dios al concebir una obra”, añade.
Las opiniones son con los lunares, cada uno tiene uno o incluso varios. Si la finalidad era generar minutos en medios de comunicación, portadas, artículos y visibilidad e impacto social para la difusión de la Semana Santa de Sevilla, el objetivo se ha cumplido. Entre otros, ése es el gran sentido y objetivo de un cartel anunciador.
Respecto a la obra de Salustiano, su ejecución es intachable aunque seguramente erró el que debería haber sido su objetivo. Acabó plasmando su concepto de divinidad, en lugar de tener en cuenta, representar y crear un cartel para todos, no sólo para él. ¿Y a ti qué te parece?