¿Habías imaginado ver en algún momento de tu vida la mítica Game Boy tallada con mármol? ¿O uno de los primeros skate que se hicieron hace décadas? La exposición ‘Quiñones: Al Origen’ esconde este tipo de tesoros y muchos más, como la joya de la corona, un helado de 3.000 kilos que recrea el mítico polo ‘Drácula’. Para su autor, Juan Miguel Quiñones, es el helado que le volvía “loco” cuando era pequeño. “Todos los helados eran insípidos menos este. Era el que más me gustaba, me podía comer diez de esos y no pasaba nada, como cualquier otro niño”, reconoce en esta entrevista para el periódico ONCESOLES.
Desde el comienzo del mes de agosto, la exposición ‘Quiñones: Al Origen’ es el gran atractivo del Mirador del Carmen en Estepona. Se trata de la primera muestra individual dedicada al artista Juan Miguel Quiñones, criado en el municipio y que ha logrado una importante proyección internacional por su destreza con las técnicas de los maestros antiguos, sobre todo en el campo de la escultura y de la talla en piedra. Pero, como él mismo destaca, ha logrado llevar esa escuela al mundo contemporáneo, con humor e igualando el arte con objetos de la cotidianidad.
“Es un orgullo traer esta obra al origen de donde empezó todo, que es Estepona”

El verano, los recuerdos y su infancia marcan esta muestra de Quiñones, que podrá ser visitada por el público hasta el 14 de diciembre. Reúne 180 piezas esculpidas en mármol que representan grandes símbolos de la temporada estival y, además, supone un reencuentro simbólico entre el artista y Estepona: “Traer esta exposición es muy importante para mí. Esta ciudad es donde me he criado, la que me ha hecho ser quien soy y donde he vivido toda mi vida. Para mí es un orgullo traer esta obra al origen de donde empezó todo, que es Estepona”.
‘Quiñones: Al Origen’ cuenta con una amplia selección de obras, algunas creadas ex profeso para esta muestra y otras procedentes de colecciones privadas. “En esta exposición he vuelto a encontrarme con obras que llevaba años sin ver, y eso ha sido una parte muy bonita y enriquecedora”, explica Quiñones mientras pasea por la exposición. El recorrido se estructura en seis núcleos temáticos: Origen, Bocetos, La Fábrica del Verano, Punta de la Plata, Mar y Sierra, y Cuando Calienta el Sol. Seis fragmentos de una topografía emocional que entrelazan la memoria personal del artista con el imaginario urbano colectivo de la ciudad.
En el pasillo principal se encuentran los bocetos, aunque Quiñones los ve más como archivos de obra porque “son posteriores a haber realizado la obra”. Enseñan los materiales con los que está hecha cada pieza y, según relata, son una forma de “mantener” obras que ya no tiene. “El 80% de obras que hay en esta exposición es de colecciones privadas. Aparte hay otros proyectos como esta quilla invertida que se ha hecho exclusivamente para esta exposición”, señala al entrar en la sala Punta de la Plata. Frente a él, una foto de Estepona en los años 40: “Esta primera sala está enfocada en el mar, en aquel recuerdo de cuando vine de Vejer por primera vez y tener el mar todos los días. Poder disfrutar en invierno y en verano de él”.
Mar y Sierra, su infancia y una Game-Boy de mármol.

Pero si hay una escena especial para Quiñones, esa es Mar y Sierra. “He vivido en diferentes barrios de Estepona, pero donde más tiempo he vivido y de donde son mis amigos es Mar y Sierra. Esta sala sería como mi habitación, aquellos recuerdos que tiene uno de infancia, los juguetes, momentos lúdicos y bonitos. Esos pequeños juguetes que quedan de cuando vas creciendo, que siempre quedan uno o dos a los que le tienes un especial cariño. Aquí hay un poco eso, mi afición al surf, al skateboark, la Game-Boy…”, desvela con emoción el artista.
Como él mismo subraya en esta charla con ONCESOLES, la técnica de trabajo que le hizo enamorarse de este oficio desde un principio es la de la piedra dura, una técnica florentina que tuvo su época fuerte en el Renacimiento. Se basa en incrustar piedras preciosas en el interior del mármol. “Lo que yo hago es hacer la misma técnica, pero contemporáneamente. Lo puedo hacer en 2D como es la técnica pura, pero también la llevo al 3D como otras piezas que hay aquí. El día que conocí esta técnica me enamoré de ella, y aquí está el resultado”, comenta orgulloso Quiñones en medio de la sala Mar y Sierra.
El mármol es el protagonista principal y primordial en esta exposición de Quiñones, pero también nos detalla el uso de la resina en otras composiciones. “El único sitio en el que la utilizo es en los helados, porque al final mi obra es muy pop y le faltaba en algunos momentos colores. El mármol tiene muchos colores pastel y en los helados me faltaba fuerza”, destaca el artista criado en Estepona.
Estados Unidos, Europa, China… El lenguaje escultórico de Quiñones trasciende fronteras
Ya en la última sala, Cuando Calienta el Sol, Quiñones habla del sueño de todo niño cuando llega septiembre, “un verano eterno”, parecido a aquella canción de Luis Miguel, ‘Amor Eterno’. Este espacio es prácticamente una oda al helado, con uno enorme en medio de la sala de unos casi 300 kilos. Sin embargo, reconoce que “no es muy pesada” para las cosas que ha hecho con el mármol a lo largo de su carrera. En los últimos años, la obra de Quiñones ha trascendido fronteras, siendo expuesta en diversas galerías y ferias de arte en Estados Unidos, Europa y China. Además, su práctica, profundamente enraizada en la materia y el gesto, ha resonado en contextos internacionales, confirmando la potencia de un lenguaje escultórico que, desde lo íntimo y lo artesanal, logra dialogar con lo universal.
Su exposición ‘Quiñones: Al Origen’ se basa en el recuerdo. “Nos hace ser quien somos y quizás no le prestamos la atención que merece”, apunta Quiñones, nacido en Vejer de la Frontera, quien no quiso terminar esta entrevista sin subrayar y poner en valor la labor de dos personas que estuvieron en la inauguración en el Mirador del Carmen el pasado 1 de agosto, las comisarias de la exposición, Mariella Franzoni y Flor Reiners. Ambas incidieron aquel día que toda esta producción artística es “fruto de una práctica profundamente conectada con la tradición de la cantería y el trabajo manual del mármol”. Todo ello, sumado a la constancia del autor y el cariño a su ciudad, concluye con una muestra de arte como pocas ha habido en la localidad de Estepona.
Fue en mitad del verano cuando se inauguró esta exposición. Puede parecer casualidad, pero lo cierto es que sus constantes guiños a los helados, la playa, el sol y lo que suponía esta estación para un niño de su generación hacen de esta exposición un fino trabajo de puesta a punto para que disfrutar de ella sea un viaje por los mejores recuerdos del autor. En palabras de Franzoni y Reiners, “estos espacios, profundamente ligados a los imaginarios globales de la economía estival, proyectaron formas inéditas de habitar, sentir y pensar el mundo desde unas periferias que, durante los meses de verano, se convirtieron en objeto de deseo para los habitantes de las grandes urbes europeas y globales en busca de descanso”. “Al mismo tiempo, estos imaginarios fueron vividos desde dentro por los propios residentes, quienes experimentaron una realidad urbana marcada por la superposición de producción y ocio, trabajo y placer, cotidianidad y espectáculo”, añadieron las comisarias de estos trabajos.
Y se encuentra en uno de los enclaves más atractivos de toda la Costa del Sol, el Mirador del Carmen, un innovador complejo cultural que supera los 30 metros y que alberga una biblioteca, un conservatorio de música, un auditorio y una sala de exposiciones. Un espacio emblemático, con una torre mirador, que ofrece impresionantes vistas panorámicas del Mediterráneo para apreciar la belleza natural del entorno y el encanto de la ciudad. Además, desde sus espectaculares instalaciones se deja ver hasta el perfil montañoso de la bella Sierra Bermeja, símbolo de Estepona.
‘Quiñones: Al Origen’ seguirá en Estepona un tiempo una vez finalizado el verano, pero no estará para siempre. El 14 de diciembre es la fecha límite para empaparnos de años de trabajo de su autor, en la ciudad que le ha visto crecer y con una forma de trabajar que le ha acompañado durante su carrera. El arte, el mármol y la infancia se dan cita en la Costa del Sol, concretamente en el Mirador del Carmen de Estepona.












