En la tranquila elegancia de La Marina de Sotogrande, donde la brisa sopla a su justa medida, hay un rincón donde los sabores cuentan historias y cada plato supone un viaje gastronómico. Hablamos de Don Diego, un espacio donde tradición, innovación y el alma de Andalucía se fusionan en un entorno exclusivo, alejado del bullicio, pero lleno de vida. Pionero en la zona, el restaurante alza su camino hacia su primera década con la mejor propuesta fusión vanguardia andaluza de toda la zona.
Más allá de la propia experiencia, su innovadora carta y un ambiente perfecto; Don Diego tiene un alma que lo distingue, y ese alma tiene nombre propio: Juan Moncayo, su gerente. Apasionado, cercano y profundamente ligado a la tierra, no solo ha logrado liderar el mapa gastronómico de Sotogrande -primero de la zona en hacerse con la Q de Calidad (2020)- sino que su pasión incansable por la cocina le lleva a estar continuamente innovando y mejorando con un solo fin: ofrecer una experiencia única en cada mesa.
Siempre en busca de la excelencia, su inquietud creativa le lleva a explorar nuevos horizontes, incorporar técnicas internacionales y elevar el producto local con respeto y admiración absoluta.
Lo cierto es que lo suyo venía en los genes. Diego Moncayo, su padre y artífice del espíritu que hoy sigue vivo en Don Diego, comenzó su trayectoria en algunos de los lugares más emblemáticos de Sotogrande, como el Real Club de Golf y el Club de Playa. Su talento y profesionalidad le hicieron ganarse pronto el cariño de los residentes, quienes empezaron a confiar en él para organizar caterings privados. En aquellos encuentros, Moncayo descubrió la diversidad gastronómica que latía en la zona. Lejos de limitarse a un solo estilo, aprendió recetas de distintas culturas y perfeccionó su técnica, convirtiéndose en sinónimo de calidad, hospitalidad y buen hacer.
Con los años, su trayectoria le llevó a ocupar puestos de gran responsabilidad en la hostelería de Sotogrande, ascendiendo hasta convertirse en segundo maître y sommelier en el Hotel Sotogrande. Pero su inquietud y amor por la gastronomía le empujaron a dar un paso más: crear su propio restaurante. Así nació Casa Moncayo, un espacio donde la cocina reflejaba la riqueza cultural de los residentes de la zona, combinando la tradición andaluza con influencias de distintas partes del mundo. Las tapas, siempre aclamadas por el público local, convivían con recetas internacionales que hacían de cada visita una auténtica experiencia para el paladar.
Hoy, el legado de Diego y su esposa María continúa más vivo que nunca en Don Diego, un homenaje a su dedicación y a la historia gastronómica de Sotogrande. Ubicado en un enclave excepcional, el restaurante se ha convertido en un punto de encuentro para residentes y viajeros. Porque todo aquel que llega a las puertas de Don Diego sabe que no solo está visitando un restaurante, sino que está a punto de vivir toda una experiencia. La magia de su gastronomía se combina con una carta de cócteles de inspiración cosmopolita, haciendo de cada visita resulte inolvidable.
En pleno proceso de renovación, el restaurante sigue trabajando para ofrecer una carta más ambiciosa y prometedora, diseñada para sorprender sin decepcionar. Aunque aún no se conocen todos los detalles, los primeros bocados revelan ya la esencia de esta nueva propuesta gastronómica.
En los entrantes, destacan las exquisitas croquetas de mi mamá, las gambas al pil-pil (producto local) y las croquetas de gamba de Estepona, junto con opciones internacionales como el ceviche nikkei, los mejillones al estilo Thai, las tortillitas de lubina o la gyoza de setas y edamame. Para acompañar, siempre es una buena opción una ensalada Fruity Chicken, Thai, de pato, de salmón o de burrata.
Como plato principal, la nueva carta de Don Diego ofrece desde pastas y arroces -como el exquisito pad thai de langostinos, el yakimeshi de pollo o el de tofu y verduras- hasta irresistibles woks y hamburguesas caseras, como la doble burger con solomillo de ternera o su versión más exquisita en opción vegana.
Sin olvidar sus carnes y pescados. Destacan el solomillo de ternera frisona, el solomillo irlandés premium, la picaña, el entrecot de Irlanda y la colita de cuadril argentina. Con el producto local siempre presente, se incluyen opciones como los tacos de atún del estrecho, el bacalao negro al horno con crema de verduras o la lubina Thai a la plancha. También se ofrecen pescados salvajes como el atún, el salmón, los langostinos tigre, el rodaballo, el lenguado, la lubina o el gallo San Pedro.
Si hay algo que define la esencia de Don Diego es su variada y exquisita carta de sushi, considerada la mejor de la zona. Desde rolls futomaki, ceviche, lobster… hasta tartar sake, tataki maguro o sashimi hotate.
Para cerrar con el toque dulce, la recomendación especial: los mochis caseros de mango. Además, se ofrecen brownie de chocolate blanco, tiramisú, chinola, helados y una irresistible tarta de queso y pistacho.
Cercanía y servicio, símbolos de calidad
Uno de los aspectos más destacados de Don Diego, y que se mantiene intacto, es el carácter de cercanía de su servicio. Con un servicio inmejorable y un equipo multidisciplinar, la atención sugiere desde el conocimiento y se destina el tiempo y la atención necesaria para que cada mesa se sienta única. Es un lujo que no depende del precio, sino del cariño por el oficio. Y se nota.
Además, el restaurante mantiene su compromiso con proveedores de la zona y productores locales. Con una estudiada selección de los mejores ingredientes de todo el mundo, el restaurante no olvida el producto de cercanía. Aquí la apuesta por lo local no es una moda, sino una convicción.
Todo a un paso de la Costa del Sol
Ubicado estratégicamente en Sotogrande, a apenas unos minutos de la Costa del Sol, Don Diego se convierte en una parada obligatoria para quienes buscan experiencias auténticas, lejos del ruido y el bullicio. Es el tipo de sitio al que llegas por recomendación y al que vuelves por convicción.
Ahora, con esta nueva etapa al frente, el restaurante se abre con una nueva invitación: a redescubrir lo cercano con nuevos ojos, a saborear Andalucía sin clichés, a dejarse llevar por un equipo que ama lo que hace y se nota en cada detalle. Porque Don Diego no es solo un restaurante: es un viaje. Un viaje por los sentidos, por la memoria, por los sabores del sur y del mundo. Un viaje que empieza con una reserva… y continúa mucho más allá del último bocado.