Desde que tenía tres años, Gloria Carrasco no se pierde una visita al Cementerio Antiguo de Estepona, situado al norte de la carretera N-340 y uno de los más especiales de toda la Costa del Sol no solo por su valor funerario, sino también arquitectónico, etnológico, social e histórico. En este Día de Todos los Santos, vuelve de la mano de su tía para recordar a sus familiares que ya no están con nosotros.
«Venimos todos los años al Cementerio Antiguo de Estepona a arreglar la lápida de mis abuelos, que están con sus hijos y también con sus padres», explica Gloria en esta breve entrevista a AZ Costa del Sol. «Es una tradición que yo la vivo desde muy pequeña. Por la mañana venían mi madre y mis tías, arreglaban la lápida y, ya por la noche, visitábamos todos el cementerio», añade.
Con tres años ya estaba inmersa en esta tradición especial que se celebra cada 1 de noviembre y en sus días previos. «Veníamos con mis padres y visitábamos cada uno su familia», cuenta señalando las lápidas de sus antepasados, y recordando que otros ya no están, pues esos restos se sacaron para «incinerarlos».
Eran otros tiempos, incluido en lo meteorológico. «Al salir del cementerio, comprábamos siempre un cartuchito de castañas, aunque ya ha cambiado… yo no recuerdo salir con este sol», afirma entre risas por el sol que pegaba por la mañana en el Cementerio Antiguo de Estepona.
Una tradición de homenaje, recuerdo y limpieza de las lápidas que ha sido eminente y mayoritariamente femenina durante toda la historia: «Veníamos primero las mujeres a arreglar las lápidas. Siempre son las mujeres. Luego, por la noche, traíamos luces para ponérselas a cada difunto, y ahí sí nos acompañaban los padres hombres».
«Para los que sobrevivimos y también para los que somos creyentes, es un recuerdo muy importante de nuestros familiares», concluye Gloria en este Día de Todos los Santos, que pese al transcurrir de los años, se vive con especial cariño en la Costa del Sol.













