La ciclista Natalia Fischer, la Unión Ciclista Virgen del Carmen, el Equipo de Montaña 512 Bikes o el CAB de Estepona forman parte del amplio abanico de nombres que comparten un mismo respaldo: el patrocinio constante de Autonáutica Barranco, un concesionario que se identifica plenamente con los valores que definen al deporte y al mundo de la bicicleta: sacrificio, ilusión y esfuerzo.
“Nuestro apoyo va mucho más allá de lo económico. Nos gusta acompañar a los deportistas en su camino, ir de la mano con ellos”, explica Alejandro Pavón, gerente de este concesionario de Estepona. Su implicación se palpa en cada iniciativa, demostrando esa combinación de compromiso e ilusión que ha convertido a Autonáutica Barranco en un aliado clave para el desarrollo del deporte local.
Entre sus embajadoras destaca Natalia Fischer, una de las grandes figuras del ciclismo de montaña y orgullo de Estepona. Desde hace más de dos años cuenta con el respaldo del concesionario, un apoyo que la ciclista considera como “fundamental” para el crecimiento de su carrera. “Tengo que desplazarme a todas las competiciones, y disponer del coche es imprescindible para mí”, reconoce en una entrevista, subrayando la importancia de contar con este soporte logístico.

Además, reconoce sentirse identificada con los valores propios del concesionario: «Ambos somos competitivos, nos esforzamos y luchamos por nuestra meta, sin olvidarnos de los valores y nuestras raíces», reconoce.
Para Alejandro, respaldar el deporte local es una de las claves del concesionario: «Queremos apoyar no solo a grandes nombres como Fischer, sino también a equipos de cantera, que es donde salen los futuros deportistas», asegura.
Sobre Autonáutica Barranco
Hace medio siglo, Pepe Barranco levantó la persiana de un pequeño negocio en Estepona. Hoy, Autonáutica Barranco sigue en pie, gestionado por la tercera generación de la familia. Un legado que ha sabido conservar su esencia y transmitirla, cliente a cliente, como se hereda una historia bien contada.
“Esto lo empezó mi abuelo y, tras 50 años, aquí seguimos”, dice Alejandro, actual gerente. La evolución de Estepona ha sido testigo paralela de su camino: “Vimos crecer nuestro pueblo, cuando en la N-340 aún no había fuente, los coches tenían cuatro marchas y ni siquiera llevaban reposa cabezas”, recuerda entre risas.
“Hoy los coches no vuelan, pero son eléctricos”, bromea. Y entre anécdotas familiares, Alejandro recuerda los veranos en un SEAT 124, símbolo de una época. “Ahora disfruto más que nadie conduciendo cualquiera de nuestros modelos eléctricos”, confiesa, entusiasmado por los desafíos que aún están por llegar.
Autonáutica Barranco es, ante todo, un negocio familiar. Tres generaciones han trabajado con dedicación para ofrecer no solo vehículos, sino confianza, cercanía y un servicio que ha evolucionado sin perder su esencia.















