Cada 21 de septiembre, el mundo se detiene un momento para poner el foco en una de las enfermedades neurodegenerativas más devastadoras: el Alzheimer. Una patología que, sin tener cura, afecta a millones de personas y sacude por completo la vida de sus familias. Pero hay lugares donde el olvido no tiene la última palabra. Uno de ellos es la Asociación de Familiares de Personas Afectadas por Alzheimer (AFA), en la provincia de Málaga.
En la dirección de esta entidad se encuentra Julia de Motta, trabajadora social que ha cogido el testigo del camino recorrido desde la creación de la asociación en 1990, cuando un grupo de profesionales y voluntarios decidieron unirse para llenar un vacío urgente: el de apoyo real, humano y especializado para las familias que conviven con el Alzheimer.
AFA cuenta con un centro de día en Málaga capital que se ha convertido en un segundo hogar para muchas personas afectadas. Allí se aplican tratamientos no farmacológicos que complementan a los farmacológicos tradicionales, con el objetivo de ralentizar el avance de los síntomas y mejorar la calidad de vida.
«El Alzheimer no tiene cura, pero sí tratamientos que ayudan. Y cuando se combinan con actividades que estimulan la mente, el cuerpo y el alma, se pueden lograr avances que, aunque pequeños, significan mucho», afirma De Motta.
La asociación no se limita a un solo espacio. Desarrolla proyectos terapéuticos en cinco pueblos de la provincia, acercando la atención a zonas rurales donde muchas veces los recursos escasean. También ofrece terapias presenciales y online para familiares. Uno de sus programas más recientes y prometedores junto a la Fundación Unicaja es un proyecto de musicoterapia y post divulgativo, que está dando resultados notables entre los pacientes.
Un club social contra la soledad no deseada
Otro pilar de AFA es su club social, pensado para combatir la soledad no deseada, un mal silencioso que afecta especialmente a personas mayores, muchas veces tras un diagnóstico de Alzheimer. En este espacio, los usuarios comparten actividades, talleres, charlas y momentos de ocio, creando vínculos que refuerzan su autoestima y bienestar emocional. «El Alzheimer no solo afecta a la memoria, también tiene síntomas conductuales. Por eso trabajamos cada día para construir para que nadie se sienta solo en este camino», subraya la directora.
En un mundo que avanza rápido y olvida fácil, organizaciones como AFA recuerdan la importancia de la memoria, del cuidado y del amor como forma de resistencia.Porque mientras haya alguien dispuesto a acompañar, a sostener una mano, a poner música en medio del silencio, el Alzheimer no ganará del todo.