
Es una de las personas más queridas de Casares y Manilva. Hace once años, José Antonio Melgar Muriana llegó a ambos municipios para asumir su labor como sacerdote. Con el paso del tiempo, su implicación con las entidades locales, su compromiso con las causas sociales y su profundo respeto por las tradiciones han hecho que hoy sea considerado todo un casareño y un manilveño más.
En este 2025, José Antonio cumple 25 años de sacerdocio y ambos Ayuntamientos han querido poner en valor su implicación y dedicación en cada municipio. Entre sus labores más reconocidas destaca su trabajo en la Asociación de Cooperación Internacional Solidaria (ACISS), un proyecto que tiende puentes de solidaridad y del que José Antonio es fundador y misionero en Sierra Leona. A través de esta iniciativa se ofrece atención sanitaria, con médicos y profesionales, en zonas donde la asistencia médica no existe.
«Es un ejemplo de solidaridad y entrega más allá de nuestras fronteras», reconoce el Ayuntamiento de Casares. En el ámbito local, José Antonio ha sido reconocido por ceder el uso de infraestructuras eclesiáticas para despedir a los difuntos en el periodo de tiempo en el que se construía la sala de velatorios de Casares.
Además, ha colaborado con el Ayuntamiento en la mejora y puesta en valor de las infraestructuras religiosas, especialmente su implicación en la recuperación del Convento Capuchino del Llano de la Fuente como patrimonio cultural e histórico.
En Manilva, en un emotivo acto, el Ayuntamiento le entregaba una placa conmemorativa por los 11 años de servicio en el municipio. En esta localidad, José Antonio ha sabido sembrar solidaridad con proyectos como la Tienda del Cielo.
De la mano de Cáritas, en esta tienda vecinas voluntarias de Manilva venden productos de todo tipo para recaudar dinero para los más necesitados. Aunque fue José Antonio quien propuso la idea, reconoce que nada sería igual sin las voluntarias: «Son ellas quienes hacen posible esta ayuda», reconocía el cura hace unos meses a AZ.
Si algo queda demostrado es que, durante estos 11 años, con independencia de credos, su cercanía y su capacidad de diálogo le han permitido acercarse a cada vecino y ganarse, con sencillez, el cariño de ambos pueblos.












