Era enero de 2023 cuando un grupo de amigos de Casares regresaban a casa tras un viaje a Gambia. En la maleta traían algo más que recuerdos, una idea que marcaría el futuro de los más pequeños: construir la primera escuela en el pueblo africano de Douassu. Al principio, todo parecía un sueño, un proyecto que podría quedarse en palabras y promesas. Pero, lejos de desvanecerse, la semilla comenzó a crecer. Apenas dos años después, la Escuela Infantil Blas Infante ya ha abierto sus puertas.
El pasado lunes, 22 de septiembre, era el primer día que las aulas de esta escuela se llenaban de ilusión, nervios y entusiasmo por el aprendizaje: 100 niños y niñas matriculados, 40 escolares en el día de la apertura y un equipo humano comprometido de dos maestras y tres maestros en práctica. A ello, se le suma personal de limpieza y conserjería para el correcto funcionamiento del centro. Además, en breve, se prevé la apertura del servicio de comedor, con la contratación de cocinera y ayudante.
Lo que hoy se celebra es la semilla que dio vida a la asociación casareña Mol Beh Taa, una red de antiguos, nuevos y futuros amigos, comprometidos por ayudar a un mundo que, lejos de ser ajeno a su entorno, sienten cada vez más cerca: «Apenas hace un año que empezamos con la cimentación y nos parecía un sueño, la escuela está terminada», explica una de las socias, Lorena Pérez, en una entrevista a AZ.
La escuela, que lleva en su fachada los colores de la bandera de Andalucía, puso la primera piedra el 26 de noviembre de 2023. Ahora, con su apertura, Lorena asegura que es cuando se inicia realmente: «La apertura de la escuela que este lunes hemos celebrado, tras mucho trabajo, no es la meta o culmen de un proyecto, sino que es el punto de partida del verdadero puente de colaboración y hermanamiento entre Casares y Douassu».
Un proyecto con ADN solidario
En 2023, el proyecto recibió la subvención de los premios solidarios Blas Infante de Casares, lo que permitió empezar la construcción del edificio. «En un año y poco, comenzamos a levantar las paredes y, más tarde, a techar el edificio», explicaba Lorena el pasado mes de febrero durante la Semana de los Símbolos Andaluces. Un esfuerzo conjunto que, desde sus humildes comienzos, ha crecido de manera impresionante.
“Al principio, la asociación comenzó con un círculo cercano de amigos y familiares. Hoy, somos más de 70 socios, lo cual considero un avance muy importante», señala Lorena. Lo que comenzó bajo un vínculo en el pueblo, ha ido creciendo y expandiendo fronteras: «El proyecto ha ido contagiando a muchos, tenemos socios en Bilbao y en Santander, estamos muy agradecidos», añade.
Lorena destaca la importancia del apoyo recibido desde el Ayuntamiento de Casares, sin el cual el proyecto no habría sido posible. «Nada podríamos haber hecho sin el apoyo del Ayuntamiento. Y del pueblo de Casares. Aquí la gente ha seguido el día a día del proyecto y su apoyo ha sido fundamental».
Pero la asociación va mucho más allá. Mol Beh Taa no solo busca ofrecer una infraestructura educativa en África, sino también fortalecer los lazos entre Gambia y Andalucía, y en especial, con Casares. «Queremos que este proyecto sirva como un puente de conexión y aprendizaje, que nuestros niños y niñas en Casares puedan conocer otras realidades y valorar lo que tienen. Es una forma de educar en valores y conciencia solidaria, de generar una ciudadanía más comprometida con el mundo».
El apoyo y la confianza incondicional del Ayuntamiento de Casares
«Hoy más de 100 niños y niñas tienen su escuela gracias a un sueño compartido. Es un orgullo comprobar cómo los valores que defendía Blas Infante —solidaridad, justicia, igualdad— siguen latiendo en nuestro pueblo». Con estas palabras, el alcalde de Casares, Juan Luis Villalón, compartía emocionado la ilusión de la apertura. En estas líneas acompañadas de imágenes, Villalón no solo agradece la labor constante de la asociación, sino también la colaboración de «nuestros vecinos y vecinas», quienes se han sumado para alentar el camino.
Con multitud de acciones solidarias, barras para recoger fondos en actividades municipales y los Premios Solidarios Blas Infante más una subvención directa, el Ayuntamiento ha querido «transformar la solidaridad en futuro».
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Lo que hoy se celebra no es solo una apertura, es el nacimiento de un puente solidario que une a dos pueblos. Casares y Gambia, conectados por la generosidad, la esperanza y el compromiso. “Gracias a todos los que habéis creído en este proyecto, hoy la solidaridad de Casares se traduce en educación y futuro para la infancia en Gambia”, agradece el Consistorio.
Así, este pequeño rincón andaluz traza un camino que va mucho más allá de lo simbólico: un gesto que regala oportunidades, que siembra futuro y que demuestra que, cuando un pueblo se une, puede cambiar el mundo.